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Teoría
Educativa desde el Paradigma de la Complejidad para Formar Pensamiento Crítico
y Complejo
Autor: Ángel Yasmil
Echeverría Guzmán
Universidad
Latinoamericana y del Caribe, ULAC
Caracas, Venezuela
Resumen
El presente ensayo
tiene como objetivo considerar la necesidad de una teoría educativa que sea
vista desde el paradigma de la complejidad para la formación de pensamiento
crítico y complejo. Para lograrlo se parte, en un primer momento, de una exploración
histórica del problema epistemológico, teniendo como inicio a los presocráticos
y terminando con los psicopedagogos del siglo XXI. Luego, se toma en cuenta el
surgimiento de la teoría crítica y cómo influyó en la necesidad de crear un
pensamiento crítico dentro del sistema social y educativo; y por último, se
tiene en consideración al paradigma de la complejidad desde Edgar Morín, y como
ésta perspectiva considera necesaria la formación del pensamiento complejo y
crítico en el proceso educativo contemporáneo.
Palabras clave: teoría educativa; pensamiento; epistemología.
Fecha de Recepción: 20-02-2018 |
Fecha de Aceptación: 12-04-2018 |
Educational Theory from the Paradigm of Complexity to
form Critical and Complex Thinking
Abstract
The Present Test has as objective consider the need
from an educational theory that is seen from the complexity paradigm for the
formation of critical and complex thinking. In order to achieve this, in
starts, at first, with a historical exploration of the epistemological problem,
starting with the pre-Socratics and ending with the twentieth first-century
psycho-pedagogues. Then, the emergence of critical theory is taken into account
and how it influenced the need to create critical thinking within the social
and educational system; and finally, the paradigm of complexity is taken into
account since from Edgar Morin, and how this perspective considers the
formation of complex and critical thinking in the contemporary educational
process necessary.
Keywords: educational theory; thinking; epistemology.
Date Received: 20-02-2018 |
Date Acceptance: 12-04-2018 |
1.
Introducción
Desde
la perspectiva histórica, se puede decir que el ser humano es un ser que constantemente
vive transformándose y a su vez transformando su pensamiento y su entorno. Esta
transformación la podríamos definir utilizando un término del naturalista
inglés, Charles Darwin: evolución.
Dicho término está enmarcado, en este ensayo, no en la apreciación de un cambio
en herencia genética fenotípica sino más bien como una causa a la biodiversidad
en cada nivel de la organización biológica, es decir, como una propiedad
inherente a los seres vivos de buscar lo mejor, de desarrollarse con tal de
lograr fines mayores.
Dentro
de ese proceso evolutivo la historia humana ha vivido en una constante tensión
y transformación entre el ser y el deber ser, dicha tensión hay que entenderla
no como una complicación de la naturaleza humana, sino más bien como la
comprensión de que el hombre es un ser complejo por naturaleza, que se
encuentra en una situación, en una realidad y por ende, busca, tiende a algo
más allá. En esa tensión se podría ubicar el proceso epistemológico y más aún,
el proceso educativo, el cual debería tener como fin último, el crear
pensamiento crítico. Además, dicho proceso hay que enmarcarlo dentro de la
complejidad propia del ser humano.
Por
tanto, teniendo como finalidad contribuir a la controversia educativa
contemporánea intentando sintetizar y clarificar teoría del conocimiento, este
ensayo tiene como propósito considerar la necesidad de una teoría educativa que
sea vista desde el enfoque de la complejidad para la formación de pensamiento
crítico y complejo.
Para
lograr tal fin, se efectúa una breve indagación histórica del problema
epistemológico, teniendo como inicio a los presocráticos y culmen a los
psicopedagogos del siglo XXI con tal de entender, cuáles son sus
características y su modo de proceder. Luego, se hará una consideración del
surgimiento de la teoría crítica y cómo la misma influyó en la necesidad de
crear un pensamiento crítico dentro del sistema social y educativo; y por
último, se tiene en cuenta al paradigma de la complejidad desde Edgar Morín, y
como ésta perspectiva considera necesaria la formación del pensamiento complejo
y crítico en el proceso educativo contemporáneo.
2. Desarrollo
2.1. Exploración histórica del problema
epistemológico
Haciendo
una breve síntesis del problema, podríamos contextualizarlo dentro de tres
grandes etapas: el problema en la antigüedad, en el medioevo y en la
contemporaneidad. Con respecto al problema en la época antigua, resumiendo y
parafraseando la obra de Fraile (1997a, págs. 1-10), se tiene lo siguiente:
a. El
problema epistemológico tiene sus inicios en los presocráticos (año 624 a.C.),
con Heráclito, Parménides, entre otros, los cuales fundamentaban que el hombre
tiene un modo de saber fijo, estable, necesario.
b. Luego el
problema de la ciencia entra en vías de solución con Sócrates, el cual, halla
el verdadero camino del conocimiento científico al descubrir el concepto
universal, la definición y el proceso inductivo para elaborarlos.
c. Platón
marca un avance dentro de la complejidad epistemológica con la fundación de la
academia (387 a.C.), en la cual el plan de estudio comprendía las tres ciencias
fundamentales correspondientes con las tres clases de la sociedad: matemáticas
(guerreros), artes mecánicas (artesanos) y la dialéctica, que era la ciencia
suprema de las ideas transcendentales propia de los gobernantes.
d. Aristóteles
y su Liceo, en el cual se da una parcialización del saber, dicha parcialización
se da en tres grandes ramas: teoréticas, prácticas y poéticas; las cuales a su
vez están conformadas por otras parcializaciones más concisas. Aunque para el
liceo aristotélico la cumbre suprema del saber es el teológico, ya que versa
sobre el objeto más elevado: Dios.
Ya
avanzado un poco más en la historia de la humanidad, entramos en la época
medieval, en la cual lo epistemológico se da dentro de lo filosófico y lo
teológico. Vale acotar, que se da una distinción entre los órdenes del saber,
racional y revelado, correspondiente a los órdenes ontológicos: el natural y el
sobrenatural. En la cual la filosofía cumple una función de subordinación
instrumental a la ciencia sagrada. Sin embargo, se hacen la excepción el
“Doctor Universal”, Alberto Magno, y
el “Doctor Angelicus”, Tomás de
Aquino. Parafraseando a Fraile (1997b, págs. 10-19), se puede decir que:
a. San
Alberto Magno mantiene una visión enciclopédica del saber, cultivando por igual
las distintas ramas de la ciencia.
b. Por su
parte santo Tomas de Aquino conserva la misma visión integral y enciclopédica del
saber que su maestro San Alberto. La distinción entre el saber racional y
revelado no constituye una antítesis, sino un conjunto armónico y
complementario.
Con
respecto al momento de la modernidad, hay que decir que el siglo XIV comienza
un proceso de desconfianza al concepto de ciencia. Surgiendo así el
nominalismo, todo es nombre, los universales no existen, siendo la raíz del
movimiento que poco más tarde dará origen al nacimiento de las ciencias
experimentales, las cuales se definían como exactas y naturales. Se da un
re-auge de las parcializaciones del saber.
Adentrados
en el siglo XIX y XX, el problema epistemológico adquiere nueva forma, surgen
las teorías del aprendizaje con definiciones psicológicas y pedagógicas, las
cuales describen los modos y formas en las que el hombre aprende. Dentro de
esas teorías del aprendizaje cabe mencionar:
a. El
constructivismo: en el cual han aportado Piaget, Vygotsky y Ausubel. Dicha
posición sostiene, como lo afirman
Araya, Alfaro y Andonegui (2007): “el sujeto construye el conocimiento de la
realidad, ya que ésta no puede ser conocida en sí misma, sino a través de los
mecanismos cognitivos de que se dispone” (pág. 77), es decir, el
constructivismo sostiene la importancia del sujeto en la adquisición del
conocimiento, pues lo considera activo, el cual ha de construir o reconstruir
el conocimiento a través de la acción. En definitiva, la idea central
del constructivismo es que el aprendizaje se construye, el intelecto elabora
nuevos conocimientos a partir de aprendizaje previos.
b. Conductismo:
teoría educativa enmarcada dentro de la ciencia psicológica, tiene como
fundador al estadunidense Watson. En palabras de Yela (1998): en su artículo la
evolución del conductismo, éste “es el intento más ambicioso y tenaz de
la historia de la psicología de construir un sistema científico estrictamente
lógico y objetivo y el proyecto de mejorar con su aplicación, eficaz y
comprobablemente, la conducta humana” (pág. 165). El conductismo, se aboca, por
tanto, a la conducta y defiende la aplicación de procedimientos experimentales
para estudiar dicho comportamiento. En cuanto al aprendizaje, estos los
conciben “como la suma de un cúmulo de conductas aprendidas a través de la
práctica y del constante reforzamientos de patrones y de conductas deseadas con
lo cual se explica la concepción del aprendizaje como un hecho observable,
medible y cuantificable” (Gudiño, 2011a, pág. 300). El sujeto, en esta teoría,
juega por consiguiente una función pasiva, el aprendizaje va a responder a una serie
de estímulos-respuestas y a su reforzamiento.
c. Cognitivismo,
es una teoría fundamentada por Chomsky, Neisser, James y otros. Los cuales
focalizan su teoría en la cognición, es decir, en los procesos relacionados con
el conocimiento, en la manera en que el ser humano aprende. En la teoría
cognitivista, como afirma Gudiño (2011b): “el aprendizaje es un proceso
interno, cuya base fundamental estriba en la capacidad que tiene el individuo
para asimilar y acomodar en las estructuras cognitivas los nuevos esquemas o
nuevos repertorios de aprendizaje” (pág. 306). Por tal razón, en palabras de la
autora, el aprendizaje es un proceso íntimo, intrínseco, el cual se logra por
medio de unas estructuras cognitivas que se van adquiriendo y desarrollando
conforme el individuo aprendiz se interrelaciona con el medio ambiente que lo
rodea. En el cognitivismo el conocimiento es complejo, donde entra en relación
las capacidades internas del sujeto y el medio donde se desenvuelve.
Una
vez visto a grosso modo, el recorrido
histórico que ha tenido el problema epistemológico, pasamos a considerar el
surgimiento de la teoría crítica como una nueva forma epistemológica y cómo la
misma influyó en la necesidad de crear un pensamiento crítico dentro del
sistema social y por ende educativo.
2.2. La teoría crítica y el pensamiento
crítico
La
Teoría Crítica representó una ruptura epistemológica con respecto a la ciencia
y filosofía tradicional, ruptura que se dio en los ámbitos
intelectuales/académicos emblemáticos durante los primeros decenios del siglo
XX y tiene su origen en la Escuela de Fráncfort en 1924. La misma tuvo una
fuerte influencia marxista y como tal establece una crítica a las teorías
tradicionales, al capitalismo y a la dominación. Entre sus teóricos más
importantes se encuentran Horkheimer, Adorno, Habermas, Marcuse y Gadamer, los
cuales consideraron a la teoría critica como una nueva visión de la filosofía,
originariamente definida, en oposición a la filosofía y teoría tradicional,
como afirma Frankenberg (2011):
La teoría tradicional
representa el tipo de teorización <<Scientista>> guiadas por los
ideales de las ciencias naturales modernas y su prerrogativa de investigaciones
<<libres de valoración>>. Los autores de la teoría crítica parten de
la asunción de que tanto los objetos observados como los sujetos observadores
de la ciencia están constituidos socialmente y, por lo tanto, deben ser
analizados e interpretados dentro de su contexto histórico-social. (pág. 68).
En suma,
la teoría critica, se posiciona en paralelo a la manera de teorizar que
tradicionalmente se llevaba a cabo. Pues dichos autores consideraban que el
contexto es fundamental en la ciencia, y no solo el fenómeno como tal. Con la
teoría crítica se empleó una nueva visión de estudio con “cuya óptica
analizaron con rara uniformidad la gran variedad de problemas teóricos,
culturales y sociales que intentaron resolver” (Fraile, 1998a, pág. 106).
La
teoría crítica como epistemología educativa “intentó retomar una nueva vía que
restablezca la auténtica dimensión de la racionalidad” (Fraile, 1998b, pág.
108). La cual no debía ser tecnificada o utilitaria, sino que por el contrario
debía ser autónoma y emancipadora.
En
consecuencia, se considera que la teoría critica en definitiva es una crítica
de la razón por parte de este movimiento, pues ellos consideraban que la razón
había quedado instrumentalizada, “reducida a ser instrumento de ciertos fines
que la desvían de su propio objeto del saber y la prostituyen, haciéndola
servir a la dominación sobre los hombres” (Fraile, 1998c, pág. 108).
Para
los precursores de la teoría crítica, como Adorno y Horkheimer, la razón
instrumentalizada acarrearía consigo un pensamiento oscuro e irregular, el
iluminismo. Por ende, se propusieron definir a la razón como una
<<crítica>>, y el pensamiento ya no es oscuro, sino que es
considerado polémico y crítico, capaz de analizar y refutar, quedando el
conocimiento como una <<mediación>>, “una imagen o copia de las
cosas” (Fraile, 1998d, pág. 108).
La
teoría critica en definitiva quería recuperar el concepto de la razón, por tal
motivo, como nueva epistemología consideraron la necesidad de construir en la
sociedad un tipo nuevo de pensamiento que rompiera con las viejas estructuras de
la filosofía (iluminismo), este pensamiento se llamó: pensamiento crítico, el
cual es definido siguiendo a Saladino (2012): como “todo planteamiento
intelectual producto de análisis, interpretaciones y problematizaciones
racionales acerca de las manifestaciones de la realidad, sus fenómenos,
situaciones e ideas, para generar cuestionamientos, juicios y propuestas
orientadas a la promoción de cambios en beneficio de la humanidad” (pág. 1).
En
consecuencia, el pensamiento crítico se transforma en el método de la nueva
perspectiva epistemológica surgidas a partir del siglo XX, pues se busca con él
“enfrentar” a la realidad, problematizarla, plantearse nuevas cuestiones,
generar propuestas de progreso, donde el ser humano se cuestione hasta de su
pensamiento, como dice Villarini (2003a): “es cierto que otros animales
piensan, sólo el ser humano puede pensar su propio pensamiento. La
metacognición es precisamente esta capacidad del pensamiento para examinarse,
criticar y ajustar el proceso de pensamiento tanto en sus destrezas, conceptos
y actitudes” (pág. 37), en otros términos, la capacidad crítica que tiene el
ser humano lo lleva a repensar su manera de pensar, a evaluarse y examinarse a
sí mismo, todo esto con el fin de que el hombre no se quede en mitos cognitivos,
sino que se transforme en un ser emancipado, libre de ataduras y capaz de
cuestionar a la realidad.
El
mismo Villarini (2003b): afirma que la metacognición es la causa para un
pensamiento crítico, cuando ésta “se lleva a cabo desde cinco perspectivas
críticas, que a lo largo de la historia los seres humanos han ido creando para
examinar y evaluar el pensamiento, el pensamiento se eleva al nivel crítico”
(pág. 40), dichas perspectivas son la lógica, la sustantiva, la contextual, la
dialógica y la pragmática, todas confluyen en la capacidad de examinar el
pensamiento.
Llegados
a este punto, donde de manera general se consideró las definiciones de teoría
crítica y sus principios básicos, surgen dos cuestiones: ¿Cómo es comprendido el
problema epistemológico en la actualidad (mitad del siglo XX en adelante)?
¿Ayudará al que hacer educativo incentivar a la formación de pensamiento
crítico desde una perspectiva de la complejidad? ¿Será necesaria una teoría
educativa que tenga la óptica de la complejidad para así ayudar en la formación
de pensamiento crítico y complejo?
He
aquí que, para responder a dichas cuestiones, se podrá considerar la postura
del filósofo y sociólogo francés Edgar Morín, el cual, con su Teoría De La Complejidad, busca dar una
respuesta acertada al problema planteado, pues como afirma Gómez (2010): “es un
nuevo paradigma científico generalizador, capaz de abarcar a todas las
ciencias” (pág. 2).
2.3. El pensamiento complejo dentro del
proceso educativo actual
Edgar Morín
para considerar el problema epistemológico considera primeramente el problema
antropológico. Dicho problema lo evalúa, lo considera, lo estructura en sus
primeros años de investigación científica, y es en el año de 1951, con su obra
El Hombre y La Muerte, que considera “al hombre como un ser total, individuo,
especie, sociedad” (Morín, citado por Gómez, 2003a, pág. 11).
Por
tanto, se puede considerar que Morín tiene una visión holística del hombre. Lo
considera ya no como un homo fabe u homo sapiens sino como un homo complexus, como afirma Gómez
(2003b): “el hombre se ha vuelto <omnívoro> frente al mundo, abierto a
toda la realidad. Él mismo es un microcosmo, entregado a todas las
participaciones en el macrocosmos” (pág. 12). El hombre, en definitiva, es un
ser complejo que lleva inmerso los caracteres antagónicos, pues su totalidad es
fruto de su omnivoralidad, “devora”, asume todo. La complejidad del hombre está
asumida por todo lo que el hombre es, hace, vive y experimenta.
Al
considerar al hombre como un ser complejo, hay que considerar también así su
modo de aprender. El proceso educativo, es decir, su manera de adquirir
conocimiento hay que considerarlo no solo como un condicionamiento o como un
constructo, sino como un proceso complejo, el cual debe fomentar una
inteligencia multidimensional, capacitada en un conocimiento general y global.
Morín
propone necesario un pensamiento complejo y por ende, un pensamiento crítico,
el cual puede referirse al ámbito educativo. Dicho pensamiento lleva necesariamente
a considerar a la realidad por sí misma como compleja, donde el pensamiento,
como afirma Morín (1990a): “debe afrontar lo entramado de la solidaridad de los
fenómenos entre sí, la contradicción” (pág. 33).
Por tal
motivo, el pensamiento al igual que el proceso educativo no debe conformarse,
como manifiesta Morín (1990b): solo “con el paradigma de
disyunción/reducción/unidimensionalización, sino que debe ser sustituido por un
paradigma de distinción/conjunción que permita distinguir y asociar” (pág. 34).
Considerar la realidad como compleja, lleva necesariamente a decir que la misma
no puede simplificarse, sintetizarse, definirse en una sola dimensión. Por
tanto, la realidad al ser multidimensional y compleja puede y debe sustentar un
pensamiento que tenga sus propias características: complejo-crítico y
multidimensional.
Simplificar
la realidad y por ende parcializar el saber es fruto de la ciencia
contemporánea. A raíz de ésta, se consideraba solo una arista de la realidad,
la cual al ser sometida al paradigma disyunción-reducción, queda reducida a una
sola dimensión. Sin embargo, una emergente racionalidad, una nueva
epistemología, expresada bajo el término complejidad, surgida a mediados del
siglo XX, viene relegando dicha simplificación, devolviéndole al cosmos el
valor que realmente posee: el entramado de su ser (la complejidad) y la
multidimensionalidad.
Dicho
paradigma busca articular, como afirma Morán (2006a): “los parcelamientos
disciplinarios, quebrados por el pensamiento disgregador, a fin de construir un
conocimiento multidimensional que se oponga a la supremacía de una ciencia
sobre cualquier otra, a una omniracionalidad” (pág. 4). Por tal razón, el nuevo
paradigma propuesto por Morín, busca la conexión y la interrelación de todos
los saberes. El paradigma de la complejidad busca que se miren todas las
aristas del polígono (realidad) y a su vez, vincularlas todas para la formación
de un conocimiento, el cual por su misma ontología y principio será complejo.
Esto
lleva necesariamente al reconocimiento de todas las entidades participantes en
la gestación del conocimiento, distinguiéndola pero no aislándola, sino por el
contrario vinculándolas. No es necesario mutilar el conocimiento y desfigurar la
realidad. De acuerdo con esto, Morín (1990c): expresa que el pensamiento
complejo, “está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un
saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo
inacabado e incompleto de todo conocimiento” (pág. 23). Este nuevo enfoque
apunta a una nueva realidad en el mundo epistemológico: el conocimiento no es
total ni definitivo, sino progresivo.
En
consecuencia, el conocimiento debe ser global, no es necesaria ya las
divisiones fronterizas. Queda claro que la omnisciencia no es posible, sin
embargo, como manifiesta Morín (1990d): “el pensamiento complejo aspira al
conocimiento multidimensional… uno de los axiomas de esta propuesta
epistemológica es la imposibilidad, incluso teórica, de una omnisciencia” (pág.
23).
Todo
esto induce a la no parcialización del conocimiento bajo ningún dogma
científico o filosófico, pues hacerlo significa mutilar el conocimiento y
desfigurar a la realidad. En consecuencia, toda forma de comprender a la realidad
y al conocimiento, debería reconocer y ponderar tanto a la naturaleza como al
sujeto. Con el nuevo paradigma, propuesto por Morín, “se trata de un punto de
vista que cuenta con el mundo y reconoce al sujeto. Más aún, la epistemología
de la complejidad presenta a uno y otro de manera recíproca e inseparable”
(Morín 1990e, pág. 64). De la cita anterior se deduce entonces, que el nuevo
paradigma presenta un equilibrio entre realidad y sujeto, y no se dará
ponderación únicamente a la subjetividad del sujeto o solo a la objetividad de
la realidad, en cambio habrá una relación recíproca entre ambos.
El
nuevo paradigma permite, como afirma Morán (2006b):
criticar la
epistemología occidental, surgida a raíz de la modernidad, fundada sobre la
eliminación positivista del sujeto a partir de la idea de que los objetos, al
tener existencia independiente del sujeto, eran observables y oportunamente
explicados en tanto tales (pág. 4).
Es
decir, en occidente el conocimiento se sustenta sobre la realidad, pero a partir
de la modernidad se deja a un lado al sujeto, rompiendo así, la premisa
medieval, de que el conocimiento es una aprehensión de la realidad, en la cual
juega un papel activo tanto la realidad como el sujeto. Por tanto, el paradigma
de la complejidad, lo que quiere es retomar un tanto la premisa de los
medievales como Tomás de Aquino, donde el conocimiento es complejo, por lo
cual, hay dos factores importantes para la construcción del mismo: sujeto y
realidad, sin ponderar a uno sobre el otro, para no caer en los extremos del
idealismo o empirismo.
En
definitiva, el sujeto cognoscente no es pasivo, sino activo, pero su manera de
conocer no ha de ser parcializada sino ampliada, donde se tomen en cuenta no
solo lo que se quiere aprender, sino como se quiere aprender, y la realidad
desde donde se quiere aprender. Ya no es mito, ya no es solo una razón
instrumentalizada, sino que la razón juega un papel de actividad para formar un
pensamiento crítico, donde no acepta la verdad como dogma impuesto sino la verdad
que ha sido refutada, “masticada” y digerida. La complejidad necesariamente me
lleva a la “criticidad”.
Ser
crítico, es comprender la complejidad de la realidad, es no quedarse con una
sola perspectiva. Es la no aceptación de un dato sin antes éste no ser mirado
desde distintos enfoques, pues así el pensamiento no es mutilado, sino por el
contrario ampliado. Morín entiende al mundo como una red, donde todo está
vinculado, por consiguiente, la manera de afrontarlo debe ser multidisciplinar
y a su vez, multirreferenciado. Esto lleva a tener como consecuencia lógica, la
formación de un pensamiento crítico, el cual “hace referencia a ejercicios de
cuestionamiento y de valoración, que nos permitan finalmente emitir un juicio o
tomar una posición con respecto a un hecho, a un fenómeno o a una idea”
(Morales, 2014, pág. 3).
El
proceso educativo actual requiere, por tanto, forjar hombres capaces de tener
una búsqueda constante por la verdad, una inclinación natural por el saber,
esto demanda afrontar un contenido, un dato, cuestionarlo y valorarlo, de
manera que la comprensión de dicho dato, le ayude a tomarlo como cierto o no,
de ese modo, el estudiante estará formando pensamiento complejo y crítico, y no
solo conocimiento “condicionado”, como respuesta a un estímulo.
Bien
se sabe que el paradigma de la complejidad admite la imposibilidad de conocer
todo de todo, sin embargo, el mismo admite que es posible conocer bastante de
todo. Pero para que esto ocurra, es necesario en la formación, que el
estudiante cuestione la realidad, se pregunte el porqué de las cosas. Así este
nuevo paradigma luce como una opción para transformar el proceso educativo,
acentuando el papel activo del estudiante y de la realidad. Todo es un
complejo, tanto la razón como todo aquello que rodea al sujeto.
3. Conclusiones
La
teorización de la educación debe platearse como objetivos y metas: la misión de
incentivar la formación de pensamiento crítico y complejo. Estamos ante un mundo
complejo, por tanto, nuestro modo de pensar no debe ser ni parcializado ni
dogmatizado, más bien, debe ser crítico y ampliado, donde nos preguntemos por
las cuestiones últimas y primeras de la realidad.
La
práctica docente no debe quedarse en una mera repetición de contenido, en un
dictamen de teoría, antes bien, debe desarrollar en los educandos la capacidad
de razonar y que ellos mismos creen y formen un pensamiento crítico, es decir,
sean capaz de examinarse y evaluarse a sí mismo y al entorno que les rodea,
esto los llevará a adquirir un conocimiento complejo, estructurado y
sistematizado.
La
misión fundamental que ha de tener el educador del siglo XXI, no es únicamente
en ser transmisores de conocimientos, antes se debe ayudar a los estudiantes a
formar su propia criticidad, donde la crítica no sea considerada en su
concepción peyorativa, es decir, reprobación y censura, sino en su concepción
elogiosa, la crítica como un establecimiento de juicio y toma de decisiones. El
educando de hoy, requiere docentes capaces de enseñar en ellos dicha capacidad,
así lograrán formar un pensamiento complejo, donde puedan articular todas las
aristas del polígono llamado realidad.
Es
menester, por lo tanto, se debe tener presente en las teorías educativas actuales,
como una de las propuestas que Morín recomienda, la cual ha de ser una norma
fundamental en el proceso educativo hoy, “todo conocimiento opera mediante la
selección de datos significativos y rechazo de datos no significativos” (Morín,
1990f, pág. 28). El proceso de aprendizaje se fundamenta en esa premisa, el
educando quiere datos que le digan algo, que le sea significativo.
Es
así, donde el estudiante comprenderá que es sujeto activo en su proceso
formativo y no pasivo, y de seguro tendrá la intención de aprender y
desarrollarse.
4.
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Ángel Yasmil Echeverría Guzmán
e-mail: angelecheverria71@gmail.com
Nacido
en el Estado Bolivariano de Miranda, Venezuela. Residenciado en Charallave,
Estado Bolivariano de Miranda. Técnico Superior en Educación, Mención: Artes Industriales
y Profesor en Educación, mención: Artes Industriales del Instituto
Universitario Monseñor Rafael Arias Blanco (IUPMA); Licenciado en Filosofía de
la Universidad Católica Santa Rosa (UCSAR); Magister Scientiarum en Educación
Técnica del Instituto Universitario Monseñor Rafael Arias Blanco (IUPMA);
Doctorante del programa Ciencias de la Educación de la Universidad
Latinoamericana y del Caribe (ULAC); Docente Instructor de la Universidad
Nacional Experimental Politécnica “Antonio José de Sucre” (UNEXPO).
El contenido de este manuscrito se difunde bajo una Licencia de Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
- Versión Original -
DOI: https://doi.org/10.29394/Scientific.issn.2542-2987.2018.3.9.13.257-274