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Terapias
Asistidas con Animales:
Una
Perspectiva de Protección Animal
Autores: Camilo Chacón Herrera
Tribunal Supremo de
Justicia, TSJ
Aragua, Venezuela
Marian Serradas Fonseca
Universidad Nacional
Abierta, UNA
Yaracuy, Venezuela
Resumen
Cuando se habla de
terapias con animales, toda la literatura se vuelca en los beneficios del
animal humano que participa de ellas, así como su comprobación científica, la
óptica abarca también los posibles riesgos del humano con el contacto animal,
inclusive los costos de dichas terapias, sin embargo, poca literatura analiza
estas terapias con una óptica proteccionista del animal, siendo que es claro
que en su mayoría, el afectado resulta siendo éste, pues suele ser apartado de
su hábitat, sometido a entrenamientos crueles, a condiciones innaturales y de
maltrato. El objetivo fundamental es visibilizar al animal como un ser vivo que
siente, padece y que es merecedor de una serie de derechos que deben respetarse
dentro de las terapias en que participa. Es por ello, que en esta ocasión, si
bien la investigación parte de reconocer algunos beneficios de las terapias con
animales, profundiza en aquellas características y condiciones que han de tener
dichas terapias para que sean amigables con los animales que participan en
ellas, constituyendo una lectura reflexiva y sensibilizadora, tanto para
terapeutas, animalistas, pacientes y familiares. La revisión incluye un
abordaje legal de la situación del maltrato animal y sus repercusiones en
terapias con canes, delfines y equinos.
Palabras clave: terapia; derechos de los animales; recursos
animales; animal doméstico; animal acuático.
Fecha de Recepción: 03-02-2018 |
Fecha de Aceptación: 09-04-2018 |
Animal-Assisted
Therapies:
An
Animal Protection Perspective
Abstract
When talking about therapies with animals, alongside the scientific
verification of the therapies, all the literature turns to the benefits of the
human animal that participates in them. This viewpoint also covers the possible
risks of animal contact for the human and the costs of such therapies. However,
little literature analyzes these therapies with a protectionist view of the
animal, although it is clear that the animal is often affected, since it is
usually separated from its habitat, subjected to cruel trainings, to unnatural
conditions and abuse. The fundamental objective is to make the animal visible as a living being
that feels, suffers and deserves a series of rights that must be respected
within the therapies in which it participates. On
this occasion, although the research partly recognizes some benefits of animal
therapies, it delves into the characteristics and conditions that these
therapies must have in order to be friendly to the animals that participate in
them. This constitutes a reflective and sensitive reading for therapists,
animalists, patients and relatives alike. The review includes a legal approach
to the situation of animal abuse and its repercussions in therapies with dogs,
dolphins and horses.
Keywords: therapy; animal rights; animal resources;
domestic animal; aquatic animal.
Date Received: 03-02-2018 |
Date Acceptance: 09-04-2018 |
“Cuando exhortas el poder de un animal, estás pidiendo
ser envuelto en armonía completa con la fortaleza de la esencia de esa
criatura. Adquirir comprensión de estos hermanos y hermanas es un proceso de
curación, y debe ser abordado con humildad e intuición”
Jamie Sams y David
Carson (1992)
1.
Consideraciones Generales
En la
actualidad se observa un notable interés por la incorporación de animales en
diferentes disciplinas relacionadas con el trabajo terapéutico en el ámbito de
la salud humana, por lo que este tema se ha convertido en foco de numerosas
investigaciones científicas.
Autores
como Chandler (2005), citado por Maestre (2015a, pág. 4), establece que “las
Terapias Asistidas con Animales se están desarrollando notablemente como
actividad terapéutica, ofreciendo una interacción positiva entre el humano y el
animal, facilitando su recuperación y mejora de la actitud y actividad
personal”.
Según
Mendoza (2017a, pág. 4), “el vínculo humano-animal puede traer muchos
beneficios medibles, ayudando a controlar los niveles de depresión, reducción de
estrés, aliviar el sufrimiento y la ansiedad, entre otros”.
De la
misma forma, autores como Tsai, Friedmann y Thomas (2010); Johnson, Meadows,
Haubner y Sevedge (2008), citados por Mendoza (2017b, pág. 4), destacan los
beneficios de la compañía de animales “como un recurso para afrontar
enfermedades crónicas y su tratamiento”.
En la
actualidad poco se discuten las utilidades que supone la incorporación de
animales en los protocolos de atención de personas con discapacidad, así como
en programas dirigidos a sectores que requieren una ayuda especial, como puede
ser la población penitenciaria, ancianos, niños en zonas urbanas deprimidas o
con dificultades de aprendizaje.
2.
Aproximación conceptual
Teniendo
como referencia la definición aportada por Fredrickson (1992): se describirán
someramente en este apartado las diferentes intervenciones que se realizan con
animales, entre las que se pueden mencionar: terapia asistida con animales,
actividades asistidas con animales y educación asistida con animales.
En la
actualidad son varias las definiciones empleadas para conceptuar las Terapias
Asistidas con Animales. En este sentido, se hará referencia a la expuesta por
Tucker (2004), citado por Robles, (2015, pág. 17), quien define este tipo de
intervención como “una modalidad de tratamiento terapéutico en la que un
animal, el cual cumple determinados criterios, forma parte integral del proceso
de tratamiento”.
En
relación con las Actividades asistidas con animales, estas van dirigidas a
fomentar la motivación, la educación y la recreación, con el fin de incrementar
la calidad de vida de los destinatarios. Según Maestre (2015b, pág. 8), “se
desarrollan en entornos con unos planteamientos más lúdicos y el encuentro con
el animal es más espontáneo”.
Y en
la Educación asistida por animales, se persigue una “intervención dirigida por
un profesional de la educación, en la que participa un animal entrenado para la
consecución de unos objetivos pedagógicos o para la estimulación de diferentes
áreas de desarrollo”. (Maestre, 2015c).
3.
Tipos de Animales que se usan en la Terapia con Animales
Sobre
este particular, Fine (2003a): sostiene que entre los animales que se emplean
con más frecuencia se encuentran perros, gatos, caballos y delfines,
estableciéndose la idoneidad del animal en función de las condiciones físicas y
psicológicas de los usuarios, así como también del tipo de centro en el cual se
realizará la intervención. El perro, es el más utilizado fundamentalmente por
la variedad de razas, temperamento y facilidad de adiestramiento. Se emplean
además pájaros, mamíferos, acuarios con peces en las salas de espera de algunos
consultorios odontológicos, para producir un efecto relajante en los pacientes.
3.1.
A continuación, se describirán brevemente las terapias más utilizadas:
3.1.1.
Terapia Asistida con Perros: es una técnica basada en el contacto cercano con
perros entrenados, que intervienen dentro de un
programa terapéutico con un objetivo definido de mejora intencionado,
donde se persigue la participación de los pacientes en diferentes actividades
sensoriales y perceptivas.
3.1.2.
Terapia Asistida con Delfines: es una terapia en la cual participan delfines,
así con la ayuda de un terapeuta se realiza un procedimiento dirigido al
paciente, dentro y fuera del agua, con el propósito de mejorar algunas condiciones físicas y mentales. Puede
ser aplicada a personas de diferentes edades, el tiempo recomendado es por un
período de quince días con sesiones entre 35 a 45 minutos, donde las personas
interactúan a través del nado, el juego y las caricias.
3.1.3.
Terapia Asistida con Caballos: ha sido definida como una forma especializada de
terapia física que utiliza equinos para tratar a personas con trastornos del
movimiento, asociados a varias afecciones neurológicas y neuromusculares. Esta
terapia a su vez se clasifica en dos modalidades diferentes: Hipoterapia y
Equitación Terapéutica.
Es importante resaltar que no existe un animal
específico para cada tratamiento, y que el terapeuta utiliza la motivación del
animal para trabajar objetivos determinados, pero sí que es cierto que hay
algunos animales con los que es más fácil trabajar unas cosas u otras.
4.
Contextos de Aplicación
En
función de las necesidades y características de los usuarios, existen variados centros
donde desarrollar la terapia asistida con animales. En este sentido, se pueden
encontrar en la literatura revisada diversas clasificaciones sobre estos
contextos. En este trabajo se tomarán las propuestas por Fine (2003b), y Gunter
(2002), citados por Maestre, (2015d, pág. 13), los cuales las engloban de la
siguiente manera: Centros para personas con trastornos del desarrollo, Centros
Educativos, Programas con animales para Servicios y Programas Residenciales
Basados en Instituciones, éstos se describirán a continuación.
En
cuanto a los Centros para personas con trastornos del desarrollo, “se engloban
actividades de toma de contacto físico, de la enseñanza de la responsabilidad
de autocuidado y del cuidado del animal, tareas de estimulación y situaciones
de ocio”. (Maestre, 2015e, pág. 13).
En los
Centros Educativos, son múltiples las actividades que pueden realizarse con
compañía de animales, ya que “pueden enseñarse habilidades cognitivas, ayudar a
que los niños mejoren sus capacidades motoras, utilizarlos para mejorar la
lectura y el rendimiento académico, fomentar la socialización, potenciando
conductas prosociales y resolución de conflictos”. (Maestre, 2015f, pág. 14).
Con
respecto a los Programas con animales para Servicios, en estas intervenciones
“el animal que se utiliza por excelencia es un perro guía que cumple unos
criterios específicos para el tratamiento y ha sido entrenado previamente para
su cometido”. (Maestre, 2015g, pág. 14).
Por su
parte, en los Programas Residenciales Basados en Instituciones, estas
intervenciones se ponen en práctica en centros donde se ofrecen cuidados por
largos períodos, como pueden ser residencias de personas mayores, hospitales y
centros penitenciarios.
5.
Beneficios de la Intervención con animales
Los beneficios
que se obtienen en las Intervenciones asistidas con animales se dividen
principalmente en cuatro grandes áreas: físicos, psicológicos, educativos y
sociales.
En
este sentido, Wilson y Turner (1998), citados por Maestre, (2015h, pág. 10),
exponen que “la presencia de un animal de compañía ayuda a prevenir la
aparición de diferentes tipos de enfermedad, facilita su afrontamiento y a su
vez, favorece la rehabilitación de la misma”.
En
esta misma línea, Maestre, (2015i, pág. 11), afirma que esta modalidad de
tratamiento terapéutico:
Está
diseñada para promover las mejoras en el funcionamiento físico como habilidades
motoras, equilibrio y balance, relajación, entre otras, en la parte cognitiva
ayuda a estimular la atención, percepción, memoria, lenguaje, praxis y mejora
la atención. Por el lado educacional aporta a la retención de memoria a largo o
corto plazo, conocimiento de conceptos, vocabulario y comunicación. Además,
esta modalidad terapéutica sirve como motivación para el paciente a realizar la
actividad previamente planificada por el psicólogo o terapeuta, permite la
interacción entre personas, aumenta la confianza y autoestima y disminuye los
sentimientos de soledad.
6.
Del animal guía o de terapia
En relación
a la concepción de los animales, existen diversas posturas, a saber:
mecanicista; (los animales son seres autómatas, sin almas, ni mente, no razonan
y por ende no tienen la capacidad de sufrir ni sentir), utilitarista; (el
padecimiento, es el que otorga a un ser vivo el derecho a ser considerado
moralmente y consecuencialmente a no sufrir), consecuencialismo; (toda acción
genera consecuencias y ello permite distinguir el bien y el mal), especismo; (que distingue al ser humano de
otras especies), contractualista; (no causar sufrimientos innecesarios a los
animales constituye un deber), igualitarista o animalista; (propone la igualdad
entre animales, humanos o no). Corresponde reflexionar luego de discernir sobre
los beneficios de estas terapias con animales, respecto a la postura de éstos y
su participación dentro de los referidos procesos.
7.
El animal no es un simple recurso dentro de la terapia
El
primer aporte que se considera necesario hacer, guarda relación a la concepción
del animal dentro de la planificación de la terapia, es decir, realmente el
animal puede ser considerado un material o recurso más, dentro de tal
programación, como un lápiz, una almohada o una colchoneta. Revisando algunas
planificaciones de terapias asistidas para niños con autismo y parálisis
cerebral, puede verse como se cataloga al perro que participa en la terapia
como un recurso, luego del cual se enumera: comida para perro, cepillos,
colchonetas. Se estima que tal etiqueta, no sólo es absurda ante el desarrollo
de la terapia, sino que además sesga la planificación, logrando invalidarla, y
se detallará por qué:
Supóngase
que se programan terapias asistidas con un perro Golden Retriever o Labrador
Dorado, la planificación debe incluir la aparición de algunos factores que
puede presentar el can, los cuales pueden ser previos y otros pudieran
producirse de manera imprevisible durante la terapia. Se pudiera mencionar como
factor previo el estrés, cansancio, sueño, o calor, lo cual debe ser detectado
por el terapeuta y no se le debe restar importancia, ya que la condición física
del animal debe ser óptima, no sólo para que la terapia pueda ser efectiva,
sino porque se trata de un ser vivo que requiere atención, máximo cuando se
está obteniendo de él un provecho económico.
La
planificación debe prever algunos factores que pudieran aparecer al momento de
la terapia, relacionados con los movimientos involuntarios del paciente, el
número de pacientes, la temperatura del lugar, la exigencia física que se le
imponga al animal, cuando ha de caminar o correr como parte de la terapia. Por
ello el terapeuta, si bien debe atender al paciente como agente que recibe el
beneficio de la terapia, también deberá estar alerta de cualquier signo que
pudiera manifestar el animal, recordando que aun cuando ha recibido un
entrenamiento y ha pasado por un riguroso proceso de selección, es inevitable
que ante algunas situaciones reaccione instintivamente.
El
animal no puede ser sobre exigido en cuanto al número de sesiones en que participará,
ni puede tratarse de sesiones extenuantes, el Task Force for IAHAIO (2014), recomienda
que una terapia asistida con animales puede tener una duración de 30 a 45
minutos, dependiendo de la cantidad de personas que participen en casos de
terapias grupales, sugiriendo siempre que en caso de que el terapeuta observe
signos de cansancio o aburrimiento en el animal debe detener la sesión o
realizar un break. Asimismo,
recomiendan que el can participe como máximo en 3 sesiones a la semana.
Lo
antes descrito muestra, los diversos factores que pueden incidir para la
planificación, desarrollo, continuidad o suspensión de una terapia con
animales, los cuales de no ser tomados en cuenta por el terapista constituirían
una novatada que pudiera generar consecuencias desastrosas. Los profesionales
realmente expertos en terapias con animales atienden frecuentemente al animal,
chequean periódicamente su salud y están atentos a cualquier signo o síntoma
particular que presente el mismo, sin saturar al animal con extenuantes y
excesivas sesiones, igualmente están en el deber de informar a los pacientes y
sus familiares las condiciones de la terapia y los motivos por los cuales
pudiera suspenderse, posponerse o prorrogarse.
De
esta manera, se precisa reconsiderar al animal que participa en la terapia,
para que no sea etiquetado como un recurso, en sintonía con su entidad como ser
vivo, en respeto por sus derechos, tomando en cuenta lo previsto en la
Declaración Universal de los Derechos del Animal (1977a), en su artículo 7 que
dispone: “Todo animal de trabajo tienen derecho a una limitación razonable del
tiempo e intensidad de trabajo (…) y al reposo”.
Más
allá de lo anterior, si se reflexiona realmente en la terapia con animales,
independientemente que el objetivo lo marque el terapeuta, la función sanadora
y reparadora del humano se centra fundamentalmente en el animal, quien
realmente produce una transformación en el paciente, de allí la gran
importancia que posee este animal en dicho proceso.
8.
Respetar los procesos biológicos del animal
El
animal posee necesidades biológicas y fisiológicas, que deben ser respetadas,
por ello, no puede someterse a horarios o sesiones extenuantes que impidan su
natural desenvolvimiento, a fin de cubrir requerimientos terapéuticos de
humanos.
En
este sentido, el caso de canes que participan en terapias, tienen derecho a
realizar sus necesidades con naturalidad, se le debe tener agua siempre
disponible durante el transcurso de la misma, igualmente debe ser alimentado
con una dieta acorde a su raza, tamaño y corpulencia, de tal manera que pueda
recuperar las energías consumidas, manteniendo un peso corporal idóneo, debe
respetarse un tiempo de descanso suficiente, para que el sueño resulte
reparador, evitando el uso de fármacos o drogas en procura de mejores
resultados o estimular interacción.
Es
preciso acotar que la Declaración Universal de los Derechos del Animal (1977b),
en su artículo 2, el literal a, establece que: “a). Todo animal tiene derecho a
ser respetado…”, asimismo el mismo artículo en su literal c, dispone: “…c).
Todos los animales tienen derecho a la atención, a los cuidados y a la
protección del hombre”. Y el artículo 7 dispone: “Todo animal de trabajo tienen
derecho (…) a una alimentación reparadora…”
Se
hace necesario referirse de manera específica a la delfinoterapia, como una de
la terapias con animales más atacadas por los activistas y animalistas,
precisamente por no respetar los procesos biológicos naturales de los cetáceos,
partiendo de apartarlo de su hábitat natural para ponerlo en cautiverio, así
como las experiencias que se han tenido en diversas partes del mundo, con
muertes de delfines sometidos a excesos y estrés, así como por las condiciones
críticas del cautiverio y excesivos traslados.
En una
investigación realizada por Castello, Alaniz y Vega (2007a), en la que se
profundiza con relación a la delfinoterapia se analizó que:
Los
delfines son los mamíferos más inteligentes de la vida oceánica y toda su
conducta se encuentra determinada por millones de años de evolución en su medio
natural. Toda esta conducta queda cancelada y suprimida desde el momento de la
captura de un individuo de la manada, que además rompe la organización del
grupo, dando como resultado un daño cuali-cuantitativo de los cetáceos, tanto
en lo general (grupo), como en lo particular (individuo). (pág. 33).
Es así
como, resulta en extremo importante para los cetáceos mantenerse organizados en
manadas. En la misma investigación Castello, Alaniz y Vega (2007b), concluyeron
que:
Los
datos reales del cautiverio, como son la forma de captura, las condiciones
insalubres y artificiales de los estanques de concreto y lo agresivo de las
medidas de tratamiento del agua que repercute en el daño ocular y dérmico de
los animales, así como las condiciones del llamado Condicionamiento Operante
(entrenamiento), que no es más que el aprendizaje a base de hambre, son
ocultadas a espectadores. (pág. 33).
En ese
reporte, también se publican cifras de alta mortalidad de cetáceos, igualmente
se hace alusión a un conjunto de muertes que no son registradas, y que
generalmente se producen al momento de realizar las capturas, momentos en que
se generan lesiones y accidentes, por ello afirman Castello, Alaniz y Vega
(2007c): que ello permite “sospechar un enorme daño estructural y social de las
manadas; así, como sufrimiento de los individuos, lo que define al cautiverio
como una industria netamente cruel para el individuo y altamente impactante
para el ecosistema”. (pág. 33).
De
allí que, en atención a la investigación mencionada, la situación de los
delfines en cautiverio incluso para fines terapéuticos contraviene lo dispuesto
en el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos del Animal
(1977c), que establece: “a). Todo animal perteneciente a una especie salvaje,
tiene derecho a vivir en libertad en su propio ambiente natural terrestre,
aéreo o acuático y a reproducirse. b). Toda privación de libertad, incluso
aquella que tenga fines educativos, es contraria a este derecho”.
La
máxima crítica que se hace a la delfinoterapia es la falta de sustentación
científica de los beneficios y mejorías, lo que hace infructífero y estéril el
daño que con el cautiverio se causa al delfín atrapado y a la manada o grupo
del cual forma parte. Claro está, los promotores de esta terapia, dueños de
acuarios y delfinarios, incluso algunos veterinarios proteccionistas coinciden
en enunciar un conjunto de beneficios en humanos, especialmente relacionados
con algunas patologías o condiciones.
Sobre
este particular, una investigación anónima denominada “Parque Delfinoterapia de
Pirque” (1998), citada por Castello, Alaniz y Vega (2007d), en el aspecto
metodológico de dicho proyecto se menciona que:
…después
de 8 sesiones con niños, jóvenes y adultos se han logrado los siguientes
avances porcentuales en las siguientes patologías que se mencionan: Retraso
psicomotor (RPM), 70%; parálisis infantil (PC), 70%; Autismo 65 %; Crisis
convulsivas 85%; Hemiplejía 75%; Síndrome de Down 85%. En otras 12 enfermedades
neurológicas se mencionan avances que varían entre el 50 y el 90 %. Falta
mencionar que criterios evaluativos y/o pruebas, o metodología diagnóstica se
utilizó para cuantificar los avances mencionados, sobre todo en aquellas
patologías irreversibles, por ej. Síndrome de Down, Microcefalia y Lesión
Cortical. (pág. 31).
Más
recientemente la historia del entrenador de delfines José Luis Barbero, sacudió
las redes y los diarios locales, luego de que se suicidara tras la publicación
de un video donde se veía parte de los entrenamientos, en los que se reunieron
algunas escenas de maltrato, la audiencia se dividió entre los proteccionistas
y animalistas que repudiaban las prácticas del entrenador, mientras que el otro
grupo lamentaba el fallecimiento del humano y culpaba a la jauría animalista de
haber provocado aquel fatal desenlace, con un video supuestamente alterado y
editado, destacando la noble labor social que se llevaba a cabo en aquel
acuario de Mallorca, España.
Ciertamente este trabajo no pretende aclarar los detalles de
aquel fatídico siniestro ocurrido en el 2015, pero sí permite reflexionar,
sobre las prácticas terapéuticas con delfines, surgiendo las siguientes
interrogantes: ¿Cómo es el proceso de entrenamiento de los delfines?, ¿El
reforzamiento y condicionamiento de los delfines conlleva castigos corporales?,
¿Son idóneas las condiciones de cautiverio del delfín en parques, acuarios y
zoológicos?, ¿Existen estadísticas y reportes de las muertes del delfines en
cautividad y sus causas?, ¿De existir estadísticas, cual es la incidencia de
muertes de delfines por negligencia, impericia, enfermedad, estrés y otras
implicaciones psicológicas?, ¿Es justificable el costo-beneficio, en relación a
delfines en cautividad, versus beneficios de las terapias en humanos?.
La documentación
sobre el tema permite alertar sobre el grave daño ecológico que se causa con el
cautiverio de delfines, cuya especie se encuentra cada vez más amenazada, lo
que constituye un problema de afectación de la biodiversidad. Por otro lado,
los efectos nocivos en delfines incluso nacidos en cautiverio son letales, de
hecho, animalistas advierten que la memoria genética en animales salvajes no se
pierde en una, ni 50 generaciones, se requieren siglos. De allí que, ni la
aparente sonrisa de algunas especies de delfines puedan ocultar la depresión y
tristeza que pueden vivir estos animales en cautividad.
A este
respecto, Low (2012): en la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia indicó
que: “los seres humanos no son los únicos que poseen los
sustratos neurológicos necesarios para generar conciencia. Animales no humanos,
incluyendo todos los mamíferos y pájaros, y muchas otras criaturas, incluyendo
los pulpos, también poseen estos sustratos neurológicos.” (pág. 3).
Ante la publicación de la referida Declaración de
Conciencia se ha comenzado a discutir que los cetáceos son merecedores
de derechos humanos, toda vez que poseen conciencia, lo que se creía un
atributo exclusivo del humano, de allí que se vete su caza o cautividad.
9.
Brindar afecto al animal
Es
importante que el animal que participa en terapias asistidas reciba afecto
tanto del terapeuta como en la medida de las posibilidades del paciente y sus
familiares. Este afecto que se expresa con caricias, mimos, lenguaje hablado y
corporal, facilita el contacto con el paciente y hace que el clima de la
terapia sea propicio para la sanación.
Normalmente
esta afinidad y complicidad entre el animal y el terapeuta van surgiendo
espontáneamente, dado el trato e interacción continua. Sobre todo, gracias al
animal que posee cualidades sanadoras y terapéuticas innatas, que produce en
los humanos la necesidad de demostrarle amor.
Como
muestra de lo anterior, se ha expuesto que niños incapaces de mostrar empatía
incluso hacia sus padres, por diversos motivos, logran demostrar su afecto
hacia los animales de terapia, acostándose sobre ellos, abrazándoles y hasta
acariciándoles. Se trata de uno de los beneficios más presentes en estas
terapias, y que causa impresión y alegría en los padres y familiares, que por
primera vez ven a su hijo demostrar afecto y empatía, transmitiendo así una
sensación de sanación y sosiego también a los familiares del paciente, que
crecen y sanan conforme avanzan las terapias.
En
pacientes agresivos, que se auto flagelan, se ha observado como el animal logra
con su interacción cesar la conducta hostil del paciente, llevándolo a la
calma. Los canes lo hacen abarcando al humano y lamiéndole, buscando que sienta
su cercanía y calor, hasta que el paciente detiene la auto agresión y culmina
por abrazarlo. Estos resultados son poco obtenidos por otro humano, por más
amor que sienta hacia el paciente.
Es
preciso acotar que, en ocasiones se crea un nexo de dependencia entre pacientes
y animales, y en caso de que se suspendan las terapias, o se cambie el animal,
podría experimentarse un retroceso o involución. También ocurre que cuando
animales guías mueren o son apartados del paciente, puede producirse cuadros
depresivos que afectarán la condición previa del paciente. Por estos motivos el
terapeuta puede sugerir el cambio constante del animal de asistencia, incluso
el cambio de terapia. También puede ocurrir que el paciente no tolere o resista
el contacto con el animal, por predisposiciones psicológicas o por la misma
condición que padezca, por ello es necesario alertar y reconocer que un animal
de servicio no es para todos.
En
definitiva, es importante que el animal de asistencia o guía reciba cariño y
compasión de parte de todos los sujetos que intervienen en los procesos,
debiendo retirar al animal del contacto con cualquier persona que en algún
momento reaccione agresivamente o lo maltrate. En este sentido, la Declaración
Universal de los Derechos del Animal (1977d), en su artículo 3 establece que:
“a). Ningún animal será sometido a malos tratos ni a actos crueles”. El cariño
constituye pues, una forma de reforzamiento positivo para los animales de
servicio, que deben ser recompensados, apropósito que no reciben remuneración,
la única manera de retribuirles es con cuidos y afecto.
10.
Supervisar los entrenamientos
Muchas han sido las denuncias y videos que acaparan la
atención en el Internet, en las que se discute y observan maltratos de
animales, también es cierto que la mayoría se suscitan en Circos, Acuarios y
Zoológicos, aunque algunas terapias animales no escapan de estos señalamientos.
Por ello, es importante velar por los derechos del animal en las fases de
entrenamiento, pues pudiera ser la más crítica en cuanto a maltrato animal se
refiere.
La supervisión de los entrenamientos puede hacerse a través
del trabajo conjunto de entrenadores, de modo que uno controle al otro, o por
medio de cámaras que registren de modo integral dichos entrenamientos, a las
que tenga acceso el propietario del centro o institución que presta el servicio.
Conocer cómo se entrenan los animales guías o de
asistencia, resultará muy beneficioso para quien contrata el servicio, pues sí
el animal no sufre malos tratos, podrá disfrutar de la terapia para sí o su
familia, sin culpabilidad, a sabiendas que aquel animal hacia quien seguramente
despertará sentimientos de cariño y amistad, no ha sido previamente agredido;
por el contrario, si el paciente o algún familiar descubre o percibe que el
entrenamiento se ha hecho por medio de castigos corporales o psicológicos, se
cuestionará sí debe continuar la terapia o sí es mejor no contribuir con estos
episodios.
En caso de maltratos de canes, es difícil evitar
reconocerlos, pues el animal dará señales inequívocas frente a su entrenador, por
lo que tarde o temprano el paciente y sus familiares, reaccionarán o
naturalizarán la violencia animal. En casos de terapias con delfines, se
dificulta constatar estos malos tratos, sobre todo, por la sonrisa típica del
delfín, que guarda relación directa con su morfología, y no con un sentimiento,
aunado a que las señales que muestra, de alejarse nadando o hundirse al fondo
de los estanques, incluso sus quejidos y llantos, no son a menudo interpretadas
por los pacientes o sus familiares. En algunos casos de terapias con equinos, el entrenador
utiliza una vara en su mano derecha, con la que aduce estimular al caballo,
pero en realidad, es un instrumento de dominación que le infringe dolor, por
otro lado son utilizados como tracción a sangre, lo cual ya de por sí ha sido
objeto de críticas por los animalistas, esto sin mencionar herraduras,
gríngolas y látigos, más comunes en otras prácticas con equinos, pero que deben
ser objeto de reflexión, a fin de no
naturalizar el maltrato animal.
11.
No naturalizar el maltrato animal
Aquellos pacientes y familiares que acudan a terapias con
animales, deben tener presente que el maltrato animal no es tolerable. El
entrenamiento debe hacerse con técnicas que garanticen un condicionamiento
libre de castigos corporales o psicológicos, para ello los entrenadores deben
actuar sin apremios, con la paciencia característica relatada en la literatura,
hacia animales no humanos.
Los pacientes o familiares que sospechen o hayan
evidenciado un maltrato animal deben denunciarlo, para ello existen un sin
número de asociaciones de protección animal, ONG, grupos animalistas, en
algunos países unidades de gestión animal y en otros jueces agrarios con
competencia en biodiversidad, fauna doméstica y silvestre. Tener contacto con este
sistema de protección animal, es bastante sencillo, pues suelen acaparar las
redes sociales, lo importante es informarse previamente sobre la fama del
organismo antes de acudir a ellos. Lo lógico es que estas organizaciones antes
de difundir información sobre maltrato por parte de algún centro de terapias
animales, realicen una investigación previa, conversen con los directivos,
constaten información, inspeccionen el centro con la participación de
veterinarios, todo ello es necesario para lograr un panorama claro del posible
maltrato animal y para arribar a conclusiones.
Denunciar los maltratos con animales, forma parte de una
estrategia de coerción hacia centros de terapias con animales, que propenderá a
una cultura de respeto hacia estos. Presenciar y tolerar el maltrato animal, te
convierte en cómplice, lo que más tarde o más temprano puede ser incluso
castigado. No en vano la Declaración Universal de los Derechos del Animal
(1977e), en su artículo 14 establece que: “a). Los organismos de protección y
salvaguarda de los animales deben ser representados a nivel gubernamental. b).
Los derechos del animal deben ser defendidos por la ley, al igual que los
derechos del hombre”.
12.
Consideraciones Finales
Las terapias asistidas con animales, los animales guías y
la educación con animales, son prácticas que están siendo cada día más
difundidas, el animal proporciona y contagia una sensación innegable de paz y
equilibrio con la naturaleza y contribuye en gran medida en la salud de los
seres humanos, mejorando su calidad de vida, la polémica radica en que estos
animales que participan en terapias no pueden ser maltratados, pues lo que
también ha avanzado es la cultura de protección animal.
De
esta forma, en este documento se han enumerado algunas claves para que el trato
de animales de asistencia sea armónico y amigable, entre ellas: entender que el
animal no es un simple recurso dentro de la terapia, respetar los procesos
biológicos del animal, brindar afecto al animal, supervisar los entrenamientos,
no naturalizar el maltrato animal, todo ello descansando sobre la Declaración
Universal de los Derechos del Animal (1977f), que constituye un referente
global, pero al cual cada día se le adicionan leyes, normativas y ordenanzas
internas, en diversas latitudes, que se orientan hacia la protección de estos
hermanos animales.
13.
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Camilo
Chacón Herrera
e-mail: camilochacon2008@gmail.com
Nacido en Maracay, Venezuela.
Abogado por la Universidad de Carabobo, especialista en Derecho Procesal Civil,
con estudios en Derechos Humanos, Constitucional y Epistemología, con 10 años
de experiencia docente en pre y postgrado en diversas Universidades de su país.
Actualmente se desempeña como Juez Superior Agrario de los estados Aragua y
Carabobo en Venezuela.
Marian
Serradas Fonseca
e-mail: mserradas@hotmail.com
Nacida en San Felipe, Venezuela. Doctora por la Universidad
de Salamanca en el Programa Doctoral: “Avances y Perspectivas en Investigación
sobre Personas con Discapacidad”. Máster en Ciencia, Tecnología y Sociedad:
Cultura y Comunicación en Ciencia y Tecnología. Especialista en Telemática e
Informática en Educación a Distancia. Licenciada en Ciencias de la Educación,
Mención Educación Especial. Actualmente se desempeña como Asesora Académica del
Área Dificultades de Aprendizaje y Responsable de la Unidad de Investigaciones
y Postgrado de la Universidad Nacional Abierta, Centro Local Yaracuy.
El contenido de este
manuscrito se difunde bajo una Licencia de Creative Commons
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Original -
DOI: https://doi.org/10.29394/Scientific.issn.2542-2987.2018.3.9.14.275-296