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Mon, 03 Feb 2025 in Revista Scientific
El bloqueo de las costas de Venezuela: un breve desencuentro con el imperialismo europeo
Resumen
El objetivo de este artículo se centra en reconstruir los pormenores que produjeron que Alemania, Gran Bretaña e Italia iniciaran acciones coercitivas contra Venezuela, las cuales degeneraron en un bloqueo de las costas entre 1902 y 1903. Si bien esto representa una vulneración de la soberanía territorial, todo responde a un tipo de pretensión neocolonial de reconquista, a través de reclamaciones económicas. La actitud de Cipriano Castro avivó el ansia europea por anexionarse nuevas porciones de territorio venezolano de importancia geoestratégica. En tal sentido, esta investigación se condujo de acuerdo con la metodología cualitativa, por medio de un enfoque descriptivo y de corte documental, de acuerdo con la data de los acontecimientos desarrollados durante esta coyuntura histórica. Además, la investigación se justifica en la imprescindible necesidad de reescribir la historia de una forma que valore cada una de las posturas actuantes para el momento. En suma, los eventos desarrollados hace más de 120 años avalan la tesis de que los países europeos estaban interesados en seguir manteniendo la dominación colonial, utilizando el cobro de deuda como estratagema para lograr el objetivo.
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1. Introducción
Hay hitos históricos que inexorablemente al sucederse, marcan un antes y un después en la dinámica social de las naciones y, en los resultados purgados a posteriori. Esta situación, se refleja claramente en el caso de los países que, por una razón u otra, se ven enfrentados en términos de poder con otros; sobre todo cuando este desafío se sucede con potencias más desarrolladas y con una fuerza militar, económica y política que supera por mucho, aquella de los Estados más pequeños.
No obstante, son innumerables los choques que durante la historia mundial podemos mencionar, en las que naciones más grandes han tenido significativas desavenencias con otras de menor tamaño; algunas con consecuencias catastróficas; tal es el caso, en nuestra región -durante la misma brecha histórica del objeto de estudio- de la Guerra de la Triple Alianza, la cual enfrentó una coalición conformada por los ejércitos de Uruguay, Brasil y Argentina, contra el ejército de Paraguay en la segunda mitad del siglo XIX, dejando al menos a la pequeña nación con un impacto demográfico absurdo, en el que se perdió poco más la mitad de su población (Potthast, 2006).
Paralelamente al surgimiento de la noción de Estado, emerge la figura de la soberanía, como un derecho inalienable para ejercer la legitima autoridad en un territorio constituido, con la finalidad de garantizar el orden, la paz y el respeto a la institucionalidad y al ordenamiento jurídico. De acuerdo con ello, esta garantía también ha de circunscribirse a los actos emanados del Estado que, se den en pro de defender, proteger y/o salvaguardar los intereses nacionales frente a los foráneos; representen estos una amenaza o no.
En este sentido, es un hecho indiscutible para la historiografía venezolana, la amarga experiencia vivida entre finales de 1902 e inicios de 1903, en la que Gran Bretaña, Alemania e Italia llevaron a cabo una agresión mancomunada contra la soberanía venezolana; como respuesta al impago de Venezuela, por un monto que excedía los Bs. 165.300.000 por concepto de deuda e intereses acumulados (Rodríguez, 1903).
La inestabilidad política heredada de antiguas administraciones, los incipientes ingresos fiscales de la nación, la insolvencia manifiesta ante acreedores internacionales y la ascensión al poder de José Cipriano Castro Ruíz (1858-1924); unidos a la indisposición directa de este de hacer frente a las reclamaciones, dieron luz verde para la ejecución de la deuda a través de la desigualdad, la presión, la intimidación y el recalculo irrazonable.
La investigación precedente, tiene por objeto la reconstrucción a partir de diversas fuentes documentales, de los eventos que concretaron el bloqueo por parte de las potencias europeas durante 1902-1903, con la finalidad de presentar un análisis reflexivo y amplio que valore en igualdad de condiciones, cada una de las posturas esgrimidas en aquella época, emanadas del proceso investigativo. En ese sentido, la investigación precedente ha sido desarrollada siguiendo el marco de referencia establecido para una investigación cualitativa-no interactiva, con en un enfoque descriptivo y en un diseño de investigación documental.
Con base en lo planteado anteriormente, resulta imprescindible reescribir este fragmento de la historia americana y, propiamente de la venezolana, luego de 120 años de este infortunado encuentro; entendiendo que, sin lugar a duda fue una demostración extralimitada de la fuerza, para una sucesión de eventos que pudieron ser canalizados de mejor forma desde la vía diplomática, a través de la negociación.
2. Metodología (Materiales y métodos)
A partir de lo esbozado en el parágrafo antecedente, resulta preciso puntualizar que la investigación cualitativa busca reconstruir una realidad a través de la identificación de los elementos más profundos que en ella subyacen (Monje, 2011); (Martínez, 2006); (Sandoval, 1996); a partir de datos no numéricos y en los que no se incluyan modificaciones (Rojas, 2015); y además, puedan servir para la extracción de otras características de importancia, donde se resalte lo nuevo, lo peculiar y lo innovador (De Almeida, 2016); (Vasilachis, 2009), para la investigación, sirviendo para validar nuevos aportes.
En cuanto al enfoque descriptivo, este se emplea cuando es necesario hurgar en el qué, quién y dónde intrínseco en un fenómeno, mediante la identificación sus rasgos más generales (Yuni y Urbano, 2006): usando el lenguaje como el canal de exposición de lo observable. Además, este estudio forma parte de una investigación documental, la cual tiene como finalidad recolectar información sobre un tema, en aras de aportar datos de pertinencia que se relacionen de algún modo con el tema del estudio (Hurtado, 2008).
3. Resultados (análisis e interpretación de los resultados)
3.1. Antecedentes del conflicto
Mencionando a Castro (1900), citado por Welsch (1983): “[...] un legado doloroso ha dejado los errores e intemperancias de atrás” (pág. 99); esto significa que las acciones impulsivas, imprudentes o incorrectas realizadas anteriormente han generado un impacto perjudicial y persistente, dejando una herencia de sufrimiento, problemas o dificultades que aún se sienten en la actualidad.
Venezuela, una pequeña provincia dependiente de la Monarquía Española y conocida en el panorama internacional europeo, a raíz de su creación como Capitanía General en 1777 (Almarza, 2011): necesitó recurrir a empréstitos casi desde el primer momento que inicio la gesta independentista, a fin de concretar los objetivos políticos y militares que la llevarían a la formación como un nuevo actor dentro del panorama americano; anhelo que se concretó luego de 1821.
Las acciones sobrevenidas a la Declaración de Independencia de 1811, tendientes a consolidar la República y separarla de las ataduras coloniales, sumieron a la nación en una inestabilidad económica y política que, con la posteridad, obligó a la élite gobernante a acudir en reiteradas ocasiones a préstamos, para mantener a flote una economía gravemente deteriorada por la postguerra.
En 1830, con la muerte de Simón Bolívar y la disolución de la Gran Colombia, Venezuela inició un proceso de reorganización de la hacienda pública para alcanzar la estabilidad económica. Sin embargo, en la práctica, se evidenció la debilidad social, institucional y económica con la que se intentó construir la República de Venezuela tras su separación definitiva de Colombia. (Uzcátegui, 2019a).
Si bien hubo algunos progresos en favor de la construcción real del Estado, la incipiente nación sólo experimentó una perenne lucha de los caudillos regionales por detentar el poder y volver de la Presidencia de Venezuela, un centro de mando seguro para concretar intereses personales y apartar de la carrera hacia la primera magistratura, el nombre y prestigio de los adversarios político-ideológicos.
Esta situación, se mantuvo a lo largo del siglo XIX, agravándose con la Guerra Federal (1858-1863), segunda conflagración bélica de preponderancia después de la Guerra de independencia (Uzcátegui, 2019b); lo cual se tradujo en un deterioro aún más grave de la economía propiamente ganadera; sector que mostraría señales de recuperación hacia la última década de este siglo (Mathews, 1997).
Además, esta situación atizó la convulsa inestabilidad política y la angustia en la población, mientras que los intereses producidos por los diferentes empréstitos solicitados por la República, ya alcanzaban límites exorbitantes y esto eventualmente amenazaba con dejar al país en default. Rojas (1986a), esboza a grandes rasgos, lo que sucedía en las postrimerías del siglo XIX, de la siguiente manera: a finales del siglo XIX, Venezuela enfrentaba una situación catastrófica.
El tesoro público se redujo drásticamente y el país tuvo que hacer frente a la ambición de caudillos insatisfechos que mantenían a la República en jaque. En todo el territorio, proliferaban clanes que perpetuaban un estado de confusión y violencia.
Ante este panorama, hubo la necesidad de cambiar el infausto destino hacia donde se enrumbaba la nación. Es por ello que el 23 de mayo de 1899, comienza una expedición a caballo en Cúcuta-Colombia, con 60 hombres al mando del General Cipriano Castro, denominada a posteriori Revolución Liberal Restauradora (Zambrano, 2013a). Esta, procuraría arribar a Caracas para relevar de la jefatura del Estado a Ignacio Andrade -pieza clave del Liberalismo Amarillo-, quien era acusado de violar la Constitución y por eso la promesa radicaba en restaurarla. La acción de Castro tiene el resultado esperado, cuando llega triunfante a Caracas el 22 de octubre de 1899, momento en el que él mismo comienza a encargarse de la presidencia hasta 1908.
Sin embargo, el éxito de la expedición y los vítores con los que fue recibido en Caracas, poco a poco se disipan ante las noticias de la decisión del Tribunal de París en la controversia contra Gran Bretaña, en las que Venezuela es despojada de ipso facto de una franja de territorio de 140.000 kilómetros cuadrados, colocando nuevamente en jaque a quien ocupase la silla presidencial (Fundación para el Rescate del Acervo Documental Venezolano, FUNRES, 1980).
De acuerdo con Rojas (1986b): a pesar de la precaria situación económica y política que recibe Castro meses antes de finalizar el siglo, se considera que el caudillo logrará integrar a los Andes con el resto del país. Asimismo, se percibe a Cipriano Castro como el salvador de la gente de la Cordillera, quienes durante mucho tiempo han sufrido la pobreza y la segregación de la región. Este hecho hace que la elite andina se sienta representada por primera vez por un individuo que ha emergido de su región y que ha sido testigo directo de la difícil situación económica, política y social de la deprimida Venezuela, particularmente de los Andes.
Entretanto, el panorama internacional -sobre todo en Europa-, no dejaba de ser igualmente convulso, ya que el tema de la guerra se encontraba latente en la balanza de poder intraeuropea; por lo que, cualquier comportamiento que en un clima tan tenso como este estuviese desalineado con los intereses de alguno de estos países, sería tomado literalmente como una provocación directa a su interés nacional, y ello se convertiría en un casus belli.
Para Polanco, Consalvi y Mondolfi (2000), la situación de occidente, a grandes rasgos, era la siguiente: Castro llega al poder en 1899 en un contexto internacional convulso: Estados Unidos triunfa en la guerra hispanoamericana, Inglaterra se involucra en la guerra Bóer, Alemania avanza para convertirse en el primer productor industrial europeo, Francia se transforma en un Estado rentista tras el conflicto franco-prusiano, Italia celebra treinta años de unidad nacional, Rusia es un vasto feudo zarista y España pierde colonias.
Todo el panorama descrito a lo largo del apartado sirve como el preámbulo para la materialización de un conflicto del que no era posible escabullirse con facilidad, y, al que se sumaba el surgimiento de un caudillo que no mostraba intenciones de sentarse a negociar con las potencias europeas bajo ningún concepto. Desafortunadamente lo que pudo ser abordado desde la óptica de la diplomacia, el respeto y el reconocimiento mutuo, fue asumido desde la postura de la confrontación, la coerción y la amenaza.
La Tabla 1 resume los principales factores internos y externos que llevaron a la confrontación entre Venezuela y las potencias europeas, destacando la inestabilidad económica y política del país, el papel de Castro, el contexto internacional tenso y los intereses imperialistas de las naciones acreedoras.
3.2. Vida, genio y figura del líder: José Cipriano Castro Ruíz
Cipriano Castro, conocido popularmente como el Cabito, nació en Capacho Viejo en 1858 en el seno de una familia de agricultores tachirenses, que procuraron brindarle la mejor educación; entre esa, la recibida en el Colegio Seminario de Pamplona. Al poco tiempo después de su ingreso, decide dejar sus estudios y resuelve aventurarse en la política, para iniciarse postulados y teorías del pensamiento liberal neogranadino, entre ellos los escritos del intelectual José María Vargas Vila (1860-1933).
Era un hombre fuerte, aunque de baja estatura, caracterizado por su pronunciada calvicie y su colmada barba, apasionado principalmente por sus gustos hacia las mujeres jóvenes y el brandy francés (Ruíz, 2018); que llevaron a sus adversarios -principalmente-, a iniciar una campaña de desprestigio por su inapropiada conducta como jefe de Estado (Alarico, 2007).
Para López (1986a), uno de los principales actores en la Revolución Liberal Restauradora, describe tachirense de la siguiente manera: Castro, de costumbres sencillas y poco dado al licor mientras vivía en los Andes, al llegar al poder y rodearse de gente apática y aduladora, fue incitado a frecuentes fiestas y amoríos, perjudicando su reputación como gobernante y ofendiendo a la sociedad.
Aunque se le conoce más como un hombre lleno de defectos y vicios, los cuales salieron a relucir durante su mandato; lo cierto es que de acuerdo con Rosales (1990): se busca desprestigiar a Castro, enfatizando sus faltas y pasando por alto sus aciertos y cualidades como gobernante en momentos cruciales, tales como su labor en la integración nacional y su genuino sentimiento nacionalista.
A pesar de los señalamientos que se entretejen en torno a la figura de un hombre tan controversial y polémico como él, en su mayoría aquellos provenientes de enemigos políticos afectados por el autoritarismo de su gobierno y por la tenue reputación con las potencias extranjeras por los desagradables momentos provocados por su estoica actitud (Pino, 1991), es un hecho cierto que fue un hombre de una fogosa oratoria, -le granjeó innumerables adeptos que lo consideraban un letrado en materia política-, de un magnetismo en la mirada, extravagante, con cara de insatisfecho y con un humor que denotaba una inminente explosión de cólera (Picón, 1986).
Además, López (1986b): esgrime otras caracterizas en Castro, en la que lo destaca como un hombre coherente y ameno en la conversación, con una escritura cursiva que además resultaba clara y entendible, por lo que es presumible su alta capacidad en el intercambio de documentos oficiales y correspondencia epistolar.
Venezuela atravesaba una grave crisis política, económica y financiera a finales de 1898 durante la presidencia de Joaquín Sinforiano de Jesús Crespo Torres (1841-1898), según Palencia (2015), y con un colosal crédito a cuestas, otorgado en 1896 por la Disconto Gesellschaft por 50 millones de bolívares, 26 de los cuales estarían destinados para terminar las obras del Ferrocarril Caracas-Valencia, mientras el resto se invertiría en la reactivación del plan de obras públicas (Walter, 1992). Para finales de 1898, el gobierno de Ignacio Andrade Troconis (1839-1925) presentó a la Cámara de Comercio de Caracas tres propuestas para superar la crisis: emitir papel moneda, acuñar monedas de plata o aumentar las tarifas aduaneras en 25%. La Cámara, de manera cautelosa, optó por la última opción (Cartay, 1996a).
Cipriano Castro ocupó la Casa Amarilla con el lema: nuevos hombres, nuevos ideales, nuevos procedimientos, y con ello propuso iniciar una reforma profunda al sistema político, lo que a todas luces significaba cambios trascendentales para la sociedad y el Estado. No obstante, la realidad fue que mantuvo el sistema de prebendas para los personeros del gobierno y demás figuras relacionadas con la presidencia, lo que desvirtuaría la astuta estrategia de transformaciones, con la que había llegado al poder en 1899.
En cuanto a su ideología, si se analiza por la consecución de sus actos, este puede ser dibujado como la expresión de una parte del pensamiento político del siglo XIX, caracterizada por valores democráticos y liberales que, a la par se conjugaron con una praxis autocrática (Congreso de la República de Venezuela, CRV, 1983).
Sin embargo, es preciso mencionar que Castro debe ser analizado desde dos ópticas diametralmente opuestas: la primera, es aquella en la que él pretende hacerse con el poder, desvirtuando el régimen político vigente y, presentándose como una opción surgida del anhelo popular; mientras que, la segunda, radica en la forma como este se condujo para mantenerse en el poder, justificando su accionar en la absoluta capacidad sí mismo para atender las aspiraciones generales de la sociedad de la época.
En relación con lo anterior, y, muy a pesar de los señalamientos que someten a Castro -reiteradamente- al paredón de los acusados todas las veces que se le analiza, por su desinhibido comportamiento y debilidad hacia el alcohol y el amor libre, Rangel (1964): lo describe de la siguiente manera: Castro destacó entre los caudillos de su tiempo por su visión progresista y su ferviente nacionalismo, cualidades que lo equipararon a destacadas figuras como José Enrique Camilo Rodó Piñeyro (1871-1917); Manuel Baldomero Ugarte (1875-1951); José Julián Martí Pérez (1853-1895); y Rafael Víctor Zenón Uribe Uribe (1859-1914).
A su llegada al poder la deuda externa de Venezuela se encontraba, en el orden de los 123.804.859 Bolívares, mientras que la interna se encontraba en 74.177.555 Bolívares, lo que hacía un total aproximado de unos 200 millones de deuda, para un país que sus rentas totales anuales, habían sufrido un descenso de 48 millones en 1896 a 27 millones en 1899 (Consalvi, 2002); (Veloz, 1945).
La causa de este descenso se origina en lo que se conoce como como la Crisis del Café de 1896-1897, en la que los precios internacionales de este rubro descendieron ostensiblemente por la sobreoferta del grano por parte de Brasil, impactando a una economía fundamentalmente rentista que dependía casi en su totalidad de las entradas provenientes de este rubro de consumo masivo. En este sentido, Cartay (1996b): sostiene que debido a la crisis, el precio internacional del café venezolano se redujo considerablemente, y esta caída en los precios se mantuvo durante un período prolongado, específicamente hasta 1908.
El escenario que generaría posteriormente el conflicto con las potencias europeas, estará determinado presumiblemente por la postura intransigente de Cipriano Castro, al negarse a pagar, cualquier empréstito, interés y, reembolsos por daños y perjuicios, anteriores al 23 de mayo de 1899 -maniobra tremendamente dilatoria-, lo que encendió las alarmas y produjo intercambios de notas diplomáticas y ultimátum que terminaron por generar el bloqueo a las costas.
Venezuela, un país conocido por ser la tierra natal de destacados libertadores como Simón Bolívar, se encontró en una situación económica tan precaria que no pudo cumplir con sus obligaciones financieras internacionales. Como consecuencia de esta incapacidad de pago, las naciones a las que Venezuela adeudaba dinero (las potencias acreedoras) decidieron tomar medidas coercitivas para presionar al país a saldar sus deudas.
Estas medidas incluyeron el bloqueo de los puertos venezolanos por parte de buques de guerra pertenecientes a estas potencias, lo cual fue una acción humillante para Venezuela, ya que limitó su soberanía y expuso su vulnerabilidad frente a las naciones más poderosas. Este evento destacó la difícil situación económica del país y la falta de recursos para hacer frente a sus compromisos financieros, lo que resultó en una pérdida de prestigio y una afrenta a su dignidad nacional.
Cuando el bloqueo europeo estaba a punto de concretarse, Castro aprovechó oportunamente el momento para dejar una huella imborrable en la historia con su famosa frase: El extranjero insolente ha profanado el suelo sagrado de la patria. Con esta declaración, logró hábilmente forjar y unificar un sentimiento antimperialista entre el pueblo en un momento tan trascendental como el ocurrido a finales de 1902.
Lo que mantuvo a Castro en el poder, pese a los momentos turbulentos de su gobierno y su actitud hostil hacia las potencias, fue la sólida unidad de los andinos en Caracas. Ellos se sentían extranjeros, excluidos por la élite caraqueña como “los de allá”. Su fuerte cohesión regional les permitió gobernar hasta 1945.
4. Conclusiones
El bloqueo de las costas venezolanas por parte de Alemania, Gran Bretaña e Italia entre 1902 y 1903 representó mucho más que un simple cobro de deuda. En realidad, respondió a los intentos de las potencias europeas por mantener su dominación colonial a través de medios económicos, aprovechando la precaria situación financiera de Venezuela.
Más allá de la actitud confrontadora del presidente Cipriano Castro, este episodio evidenció los intereses imperialistas de las naciones europeas por anexar territorios venezolanos de importancia geoestratégica, particularmente ante la inminente construcción del Canal de Panamá.
Estados Unidos, si bien medió en el conflicto aparentemente para defender a Venezuela, en realidad buscaba consolidar su hegemonía regional y negociar en condiciones favorables con las potencias europeas, utilizando el bloqueo como una oportunidad para expandir sus intereses económicos, especialmente petroleros, en el país.
El bloqueo expuso la fragilidad de Venezuela y su dependencia del capital e influencia extranjera, una situación que ha persistido a lo largo del tiempo en América Latina, dificultando su verdadera soberanía e independencia económica.
Resumen
Main Text
1. Introducción
2. Metodología (Materiales y métodos)
3. Resultados (análisis e interpretación de los resultados)
3.1. Antecedentes del conflicto
3.2. Vida, genio y figura del líder: José Cipriano Castro Ruíz
4. Conclusiones